Ellas están ahí, desde sus inicios, para poder otorgarle un sentido de pertenencia a las prendas que diseñadores hacen con tanto orgullo. Después, se sumaron una lista de indicaciones a seguir para mantener y alargar la vida de la prenda. Y no podemos olvidar el indicador de tallas para poder facilitar procesos de producción, así como mencionar la fabrica en la que fue realizada la prenda y su respectivo código de manufactura. Estoy hablando de las etiquetas, esas que a veces son muy notorias o en ocasiones inexistentes.
En la época victoriana como símbolo de amor y de un "bonito" recordatorio de pareja, los hombres recibían guardapelos. En ese entonces el pelo que venía dentro realmente no era de sus amadas, si no que pertenecía a prostitutas. Este guardapelo se regalaba en bodas, bautizos, o eventos especiales, y regularmente era utilizado en un collar. Como era de esperarse en esa época, eran hechos de oro, plata y bronce. Que a su vez eran decorados con detalles ostentosos. Una acción que solamente los verdaderos románticos llevaban a cabo en ese entonces.
Ahora, transportémonos a Londres a principios de los 90s y visualicemos a Lee Alexander McQueen, un romántico que sin duda resultó inspirado por este intercambio victoriano.
Lee comienza su marca en Londres bajo el nombre de Alexander McQueen. Una marca irreverente, con confecciones impecables, con innovación, con propuesta, y sobre todo, con muchísimo storytelling detrás de cada una de sus colecciones. Inspiradas en hechos históricos, libros, películas, y en muchas ocasiones en la vida misma de Lee.
Sabiendo lo poético que era y lo mucho que le gustaba incluir en sus diseños y pasarelas plumas, flores marchitas, huesos y cráneos, no es sorpresa que las etiquetas de su primera colección “Jack The Ripper Stalks His Victims" (1994) hayan sido inspiradas en aquellos guardapelos de la época victoriana. El detalle es que los mechones de esas etiquetas no eran de prostitutas, sino del mismo Lee. Porque además de estar perfectamente confeccionadas, las prendas, tenían que contar una historia. En cada una de las prendas de aquella colección, encapsuló sus mechones en un plástico llamado Perspex y lo cosió junto a su nombre, haciéndolos parte de las etiquetas. Con el paso de lo tiempo los mechones de pelo de Lee fueron reemplazados por los de su mamá, e incluso por los de su perro para algunas otras colecciones.
Del otro lado del Canal de la Mancha, Martin Margiela, utilizó también su creatividad para jugar con sus etiquetas. Estas comenzaron sostenidas por cuatro puntadas de hilo blanco en cada una de las esquinas. Como las puntadas pasaban el forro de las prendas, se veían por la parte de afuera, manteniendo esta estética "sin terminar" de la marca. Con el paso del tiempo y sin una estrategia de fondo, las personas comenzaron a reconocer esas cuatro puntadas, que simulan el perímetro de un rectángulo, como la etiqueta de la Maison Martin Margiela.
Desde sus inicios y hasta hoy, la marca es reconocida por su deconstructivismo en las prendas, por los icónicos y emblemáticos zapatos Tabi, por el uso del color blanco, por sus diseños "trompe l'oeil", y por supuesto por el anonimato de su diseñador y las modelos.
Martin quería permanecer anónimo, fuera del ojo público, para darle todo el protagonismo a su trabajo. Fue también este anonimato el que lo llevó a no utilizar su nombre en las etiquetas, si no una serie de números del 0 al 22. Cada uno de los números indica una línea distinta de la marca y dependiendo de la prenda va circulado el número de la línea a la que pertenece. Entre ellas está el 0 que pertenece a las colecciones Artisanal (alta costura de mujer y hombre), el 1 y el 4 colecciones de mujer, 3 colección de fragancias, 8 línea de lentes, 10 y 14 colecciones de hombre, 11 accesorios, 12 joyería fina, 13 objetos y publicaciones, y 22 para la línea de zapatos tanto de mujer como de hombre; Hay algunos números que todavía no se conoce para qué línea de productos están asignados.
Contrario a Lee, Martin no se inspiró en épocas victorianas para la realización de sus etiquetas, pero su marca sí ha tenido momentos icónicos que van de la mano del pelo. Los collares con un mechón de pelo en su colección de 1994. O en el aniversario 20 de la marca en su colección S/S 2009, reutilizaron unas pelucas de la colección Artisanal del 2004 para crear un abrigo con ellas en cada uno de los hombros y continuarlo con extensiones de pelo iguales. Estos son solo algunos de los momentos en los que podríamos encontrar alguna similitud entre el trabajo "encabellado" de Alexander con el de Martin.
No me sorprende que dos personas tan creativas hayan transformado una simple etiqueta en una forma de contar su historia como marca. Porque sí, la inspiración puede venir de cualquier lugar; de otras épocas, de otras historias, de otras personas o incluso de otras marcas. Sabemos que Lee y Martin siempre siguieron su instinto creativo desde el día uno, y su interminable capacidad de convertir algo "simple" en una idea innovadora. No por nada casi trabajan de la mano en la Maison Martin Margiela, si no hubiera sido porque Martin le dijo a Lee que era demasiado bueno para trabajar para él, y que definitivamente era una mejor opción la apertura de su propia casa de moda. Sin duda otro "Roman Empire" que se agrega a la lista de los románticos de la moda.
Hoy en día, después de años de cambios ¿Las etiquetas son un elemento únicamente informativo o también pueden ser una pieza clave de la prenda?
La respuesta dependerá de la visión creativa de la persona que de un paso al frente para responder.
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